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sábado, 12 de enero de 2013

La llamada: La red CLMN

El teléfono resuena con mucho estruendo, aunque es molesto, trata de alejarlo de sí, ya sabe quien es. Sabe que cuanto va a decirle no le va a gustar. Es consciente de que no podrá escapar, no de nuevo. Le encontrará, pase lo que pase. Se esconda donde se esconda. 
Finalmente titubeante, decide cogerlo.

-¿Diga?-Responde sabiendo de sobra quien esta al otro lado.
-Por fin atiendes mi llamada.  -Un escalofrío le recorre.
-Deja de seguirme.-Le amenaza haciendo gala del poco valor del que dispone.
-No puedo. Aunque quisiera. Siempre estaré velando al otro lado.
-¿Que quieres...? Deja de molestarme.-Protesta abatido.
-Ya lo sabes, menuda pregunta. -Se ríe la voz en el otro lado.
-No te escucho...no te escucho...
-Desde luego no entiendo porque tengo que estar siempre insistiendo en que me hagas caso. Sabías que esto sucedería, sabrás cuando volverá a pasar. Y no haces nada por evitarlo. Desde luego eres idiota.
-Yo no tengo la culpa...no la tengo, la culpa es tuya.-Solloza.
-Si la culpa es mía déjame responsabilizarme de mis actos.-Sisea. 
-Es mi vida.
-Es nuestra vida.
-No te escuchare.
-Escúchame...antes de que sea demasiado tarde. Luego no sabré como ayudarte. 
-Recuerda cuando te hicieron daño, yo estuve ahí para ti, te aconseje, te di apoyo, nadie podría hacerlo mejor.
-¡MIENTES!-Hace amago de colgar, pero no puede. 
-Escúchame es hora de levantarse y devolver el golpe. Sino te alzas y sonríes  sino te enfrentas a los problemas y dejas que estos te venzan jamás serás feliz.
-Tengo miedo.
-La felicidad da más temor que el dolor, ya que a este podemos acostumbrarnos y al perder nos da mayor satisfacción, pero la felicidad es pasajera es una droga a la que te acostumbras y si la tienes en exceso te aburres, y si se te arrebata la caída es muy dura. Lo se, lo sabemos, lo entiendo. Pero escúchame la vida no es para vivir con miedo. 
-Yo...no quiero sufrir. 
-Pues deja de sufrir...
-Esta bien. Me levantaré. ¿Me volverás a llamar?
-Siempre te llamaré, siempre estaré ahí. Soy tu conciencia. 

El teléfono de la esperanza es aquel en el que tu conciencia, tu verdadero ser, te dice como hacer por tu bien. Muchas veces hacemos oídos sordos. Pero de vez en cuando debemos dejar de autocompadecernos y coger el teléfono. Sonríe  camina, caerse no es malo, equivocarse es humano, pero no prologues tu sufrimiento en vano. Coge el teléfono y llama. 

Se feliz, construye tu futuro, ayuda a otros si te place y deja el sufrimiento a quienes disfrutan regocijándose en él. 

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